Hoy, cuando enfrentamos ya el segundo número de nuestra revista, debemos decir que la etapa de euforia y celebración ha pasado. La fiesta, motivada por la alegría de ingresar en el ámbito de la reflexión científica sobre las artes escénicas, va dejando espacio al trabajo duro, pero interesante, del pensamiento crítico.

Leer textos de diversos autores, constatar el panorama teórico que se desarrolla silenciosamente a nuestro lado es un privilegio y, también, una responsabilidad.

En esta edición proponemos a ustedes un cuadro diverso temática y geográficamente. No podemos dejar de agradecer el apoyo inmediato que nos han bridado teóricos de renombre que, rompiendo la clásica imagen del erudito distante, han querido compartir sus análisis a través de una revista incipiente como la nuestra. Gratificante ha sido también el interés de investigadores más jóvenes por integrarse a este nuevo espacio virtual de encuentro. Por último, señalar la generosidad de los creadores que han aceptado compartir sus últimos productos a través de nuestra plataforma.

Presentamos primero un artículo de Oscar Cornago, que re-piensa el hecho escénico entre público y Objeto Estético, analizando piezas en las que la acción a observar no es propuesta desde la ficción de la escena, sino por el propio hecho de la presencia viva del público, congregado en un espacio tiempo determinado.

Luego, un artículo de Lola Proaño que revisa la evolución del teatro feminista argentino, analizando dos montajes de una misma directora, realizados con casi 20 años de distancia. Gracias a ella podemos constatar los cambios de los conceptos de género en la escena, asociados al devenir de los tiempos y la evolución, desde los ´60 a la actualidad, de la propia teoría feminista.

Como tercer elemento compartimos las reflexiones de César de Vicente, que nos llevan a pensar sobre la validez actual del Teatro Documento en términos ideológicos, el que ha modificado su forma dado el escenario cambiante de la posmodernidad y de la virtualización de la experiencia de lo real, trastocando lo que entendemos por documento.

En cuarto lugar encontramos el escrito de Coca Duarte que analiza el texto de Claudio Burgos Porque solo tengo el cuerpo para defender este coto, señalando un nuevo recurso estilístico del dramaturgo. El uso de una voz única en proceso de volver al silencio, como un intento de los marginados por decir desesperadamente algo antes de apagarse. Desde la caja de la tumba, un hablante, que ha sido nadie dentro del relato hegemónico, relata sus últimos momentos mientras su existencia se disuelve en la nada.

La combinación entre tradición, entendida como el patrimonio inmaterial de una comunidad en donde forma e identidad aparecen como rasgos distintivos de un grupo de personas, con las más actuales indagaciones sobre la forma en el arte y la transdisciplinariedad en el dramaturgo mexicano Oscar Liera, es el tema que comparte con nosotros Domingo Adame.

Finalmente, presentamos un artículo de Silvana Mantelli que reflexiona sobre el teatro andino, no sólo como la muestra de su adaptación a las heredadas formas coloniales, sino como una plataforma en la que perviven elementos originarios asociados a la cultura subordinada, tales como la presencia de cantos y bailes dentro de las representaciones.

Junto a lo anterior destacamos, por una parte, la reseña de una antología de dramaturgia colombiana que revisita un tema candentemente actual: Seis formas de matar a una mujer. Por otra, la entrevista a Nona Fernández, escritora, dramaturga y actriz, quien acepta compartir con nosotros la trama oculta de su creación, ayudándonos a conocer el oficio que se esconde tras toda obra de arte.

Y, por último, cerrando el número y dada nuestra declarada vocación regional, publicamos dos críticas de espectáculos porteños y un premiado texto dramático de Danilo Llanos, Todo es Cancha, con el claro interés de documentar, difundir y validar las voces particulares del teatro de nuestra región.

Como siempre gracias por el apoyo brindado, que nos permite continuar porfiadamente hacia adelante.

Verónica Sentis